Descripción
¡Dios quiere tu corazón!
Los Salmos son más que imponentes, son contagiosos. No solo estamos escuchando ideas y sentimientos profundos. Vivimos entre ellos en su desbordamiento.
Tocamos almohadas mojadas con lágrimas. Escuchamos y sentimos los gritos de aflicción, vergüenza, arrepentimiento, pena, ira, desaliento y agitación.
Pero lo que hace que todo esto sea increíblemente diferente de las penas del mundo es que todo eso, absolutamente todo,
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